sábado, 16 de julio de 2011

De La Habana vengo, señores

El Afinador parece obsesionado con la presencia americana en el flamenco, dirán muchos. No. Sólo intenta resaltar el hecho comprobado de cómo la vida bajo-andaluza de los siglos XVI al XX estuvo dominada por la constante interacción entre ambas orillas del mar océano. Hoy traigo una serie de anuncios aparecidos en el Diario Mercantil del año 1830. Los dulces de guayaba, piña, etc. 'venidos últimamente de la Habana en la fragata Estados Unidos', también el tabaco de la Habana de la 'huerta de abajo' (Vueltabajo), y el anuncio de una tal Benita Díaz, 'natural del reyno de Méjico, de 17 años de edad que busca casa para criar'. Qué nanas cantaría Benita, qué sones mejicanos traería consigo, qué canciones cubanas llegaban entre los dulces y el tabaco, una historia común tan fascinante como poco estudiada.
Si pretendemos creer que lo americano en el flamenco se limita a los llamados 'cantes de ida y vuelta' no estaremos haciendo honor a la verdad. Soy de la opinión, como ya saben los lectores del AdN, que el flamenco está totalmente impregnado de elementos musicales de procedencia indiana. Anuncios como éste no hacen más que confirmar que las influencias ultramarinas en la vida cotidiana de Cádiz o Sevilla fueron constantes y de lo más variopinto. Un botón, la letra que Matrona interpretó como macho primitivo del polo: 'De La Habana vengo señores, de bailar un fandango, que entre mulatas y chinas me lo están chancleteando'. Saludos y gracias por seguir el blog.