sábado, 3 de marzo de 2012

El Afinador de Noticias (1998-2000)

La Caramba
Hace una década escribí una serie de artículos para la revista Alma100 con el nombre de éste blog. Para aquellos que no los han leído y tampoco conocen mi libro sobre la tonadilla en el flamenco (1750-1808) ahí van. Tienen ya unos años pero contienen información muy sabrosa.
En este enlace algunos vídeos de la película Goyescas con Imperio Argentina que muestra el ambiente tonadillero de la segunda mitad del siglo XVIII.


EL AFINADOR DE NOTICIAS
En esta nueva sección de Alma100 voy a comentar algunas noticias que son nuevas para la historia del flamenco. Noticias frescas porque están recientes, aunque datan de la segunda mitad del siglo 18. ¡vaya plasta! dirá alguno, ya veremos, digo yo.
Llevo algún tiempo catalogando los fondos de música del Archivo Municipal, sito en los cuarteles del Conde Duque. Cuatro mil obras abandonadas desde hace más de dos siglos, que se dice pronto. Hace poco compré un libro, caro, titulado “La música española en el siglo 18”, cual fue mi sorpresa al notar que no se mencionaba este repertorio y me puse a catalogar. Cuatro millares de obras “olvidadas” ¡y no paaasa ná!.
Toda esta música, que equivaldría, en tiempo, a una 500 óperas, se toco en Madrid en los teatros de La Cruz (en la calle de la Cruz, derribado para abrir Espoz y Mina) y el del Príncipe, hoy Teatro Español entre 1750 y 1800, y del Foro pasarían a toda España, principalmente Cádiz, Valencia, Barcelona, Sevilla, Málaga. Dos mil de estas obras pertenecen al género conocido como “tonadillas escénicas”, obras generalmente de tres números y un cuarto de hora de duración que se cantaban en los intermedios de las obras teatrales. Las otras dos mil se reparten entre zarzuelas, óperas, sainetes, comedias, fines de fiesta, entremeses, loas y bailes. Cada obra contiene el llamado guión de las voces (voces y bajo) y las partes sueltas de orquesta. Esta orquesta coincidía con la que por entonces se utilizaba, por ejemplo, en la Viena de Mozart: cuerda (violines primeros y segundos, violas, chelos y contrabajo), dos oboes y flautas, dos trompas y trompetas. Abandonadas.
Y claro, mientras hago el catálogo voy rastreando antecedentes del flamenco, y… ¡ea! Que me topo con “gitanas” que hablan como “neglitos”, zambras, fandangos y polos, bureos y paracumbés, conozco a las “majas más rechuscazas de Lavapiés”, cantando y bailando seguidillas a cientos, con indianos y andaluces, cante, toque y baile español…olvidado.
Pero llegó el afinador, caballero, para contar a sus lectores las noticias flamencas que va topando. Para abrir boca, la primera cita de tango que se conoce, sabíamos de la rescatada por Blas Vega , de 1813, ahí va una de 1779, que dedico a mi amigo el poeta Ortiz Nuevo.
La encontré en una Tonadilla a solo (interpretado por un solo cantante) titulada “La Anónima”, escrita por Tomás Abril, guitarrista gaditano que por entonces trabajaba en los coliseos de la Corte acompañando el canto en tonadillas. En la Tirana final, escuchamos el “Minué de la Viña”, donde Francisca Laborda (La Paca Borda) canta lo que sigue:
“Los Andaluces,
con sus tangos graciosos,
sus chistes lucen”

(¡toma tanguillo carnavalero en 1779!). Pero sigue: “el Barquillo de los madriles bien puede tener allá su pimienta, pero en Cádiz, en La Viña está la sal”.
En el próximo número más noticias como aquella que canta María en la tonadilla “Los negros” de Luis Misón (1761): "... e tamben sé tocá la guitarra, hay jezú! ...que e neglita gitana, huachi". Negra, gitana y huachi, como el genial Indio Gitano, a quien llamaban el Moro.

TACONES LEJANOS

Segunda entrega del Afinador de Noticias, que este mes os invita a dar un paseíto por algunas obras musicales del repertorio madrileño del siglo 18 en las que se menciona el taconeo. Podremos intuir, sin demasiada imaginación, algunos de los elementos que configuraron el baile flamenco tal y como hoy lo conocemos. 
Empecemos el paseo con la obra más antigua, un sainete anónimo de 1761, La Vendimia. Casimira Blanco llamada La Portuguesa, canta con ayre payo: “...anda Juan, cántala un sonecillo, baylotea y respinga… y formemos un sonsonecillo con las voces, los pies y martillos. Los tacones llevando el compas tra tra tra trarratratá (los herradores), los martillos harán el clarín trin trin trin trin trin, (los carpinteros), y las cubas harán el tambor, tron tron tron tron”. Interesante lo de los martillos y el clarín, tiri tiri tiriiii. Fue la gran Polonia Rochel quien lo cantó: “vaya un meneo, y después un respingo con taconeo..."; en El francés y la maja de Jose Castel (sin fecha). Y fue en el sainete de 1778 titulado Los volatines, de Blas de Laserna, cuando Polonia dijo: “ay que me muero, por vaylar seguidillas con taconeo"
El taconeo era apreciado por propios y extraños. En el Fin de Fiesta de Blas de Laserna (sin fecha) titulado La función de la Raboso, la tonadillera sevillana Mariana Raboso canta: “En viendo los extranjeros baylar un majo el fandango, baylaran el taconeo encima un campanario”. Y en la la tonadilla anónima El cuento de la calle de San Pedro, lo cantó la murciana Manuela Guerrero y así lo dijo: "Una maja señores, de cierto barrio, canto estas seguidillas en un fandango... es imposible que haya en nengun tiempo, cosa mas salerosa que el taconeo, es la sal de España y el embeleso de los españoles y del mundo entero.”
Sin embargo era al público madrileño a quien de verdad le pellizcaban los respingos de sus divas. La entonces célebre cantadora Faustina Silva en la tonadilla anónima Ya ha llegado el invierno de 1778 cantó "...pero a mi patio, le gusta un taconeo, mas que trinados", criticando los gorgoritos alla italiana que tanto emocionaban a las clases elevadas de entonces.
Si has llegado hasta aquí, paciente lector de noticias añejas, ahí va dos güenas, la primera del año 1790, El tutor embustero, cuya letra transcribo tal y como aparece en la partitura: "Catalina y Jucepillo, con pandelo y con sonajas, por divertil a su Plimo alegles los dos cantaban. Meneate plimo, meneese uste, que todos los Negros vailan la cumbe, vaya el taconeo que es mui lindo, a fe que es vaile de Angola (achi). Ya se ve, elelé, para la cumbe, elelé, para la cumbe…”
Y para el final he dejado una noticia afiná de veldá: La monstrua de la sal, María Antonia Fernández La Caramba, de Motril la niña, que en pasando por Zaragoza cantó y bailó durante varias temporadas en los teatros de Cádiz antes de llegar a los coliseos de la corte y triunfar (hoy semiolvidada). Para anunciar la tonadilla El susto del hidalgo, del más flamenco de los compositores, el barcelonés Pablo Esteve, se dirige a su público cantando: Para cantar Mosqueteros, mi tonadilla a la ley, vengo vestida de Maja, desde la cabeza al pie, vengo alegrita, vengo salada, vengo crudita, vengo chuscaza, y prevenida para bailar un zapateo que ha de alegrar. ¿Será el famoso zapateado gaditano, base del zapateo flamenco? Unos dirán que nones, otros que pares, otros que pares.
Pues no paro, y el mes siguiente más. 

ESTAMPAX GITANESCAS, MAJEZA FINA, Y SEGURA

Durante mis labores de ratón de biblioteca me han salido al encuentro varias gitanas y gitanos. Te voy a presentar a algunos amable lector.
La obra más antigua de las trovadas hasta la fecha protagonizada por gitanos es de 1754, El prioste de los gitanos, sainete anónimo en el que un coro canta: “Ya que prioste tiene el jitanillo corro, vaya así de festejo, vaya así de alboroto, pues los corros digan con su alegre tono: que tiri titiri, titiri". Solo falta un: ay ay ay. Al final se cantan estas seguidillas: "zeguidillaz gitanaz canta mi chula que como ez tan gitana  gitano guzta...ay nenene, que tu amor gitanillo, loco me tiene". Y no lo canto yo, ni mi prima la de Redondela. Y como estribillo: "Calandrita que cantaz en el almendro lleva miz gorgoritoz al bien que quiero, ay ay ay calandrita...".
Hoy en día sería impensable que de los piropos entre gitanos el más frecuente fuera el de gachó ¿no? Lean lean: “llégate a tu gachona resala, con todo garbo…Que rechuscon que estás, y tu que flaco y rechuscazo, ay gachí de mi vida. Cuando estoy malo, este Jopeo me pone sano, y orandito andero, y a mi camaradita chero...ea, Janda, que eres la sal de España, anda, joa, que eres como una perola...ay mi jechizo, que eres la reina del gitanismo...”. Esta obra es de Antonio Esteve, gran compositor abandonado, se titula Las aventuras del gitano, y es de 1774. Antonio Rosales, en La Gitanera, tonadilla sin fecha, puso en música la siguiente letra: "...Allá en Cádiz queriditos, en el tiempo que yo estaba, iba por plazas y calles, un pulida Jitana, y con mucho donaire si si....y sin faltarle gracia no no... cantaba deste modo e e e...con muchissima de alma: Que he de jacer probe de mi, si tengo a mi gachó ausente de aquí....Pelanchon amao...que te chero a ti...(mas su gachó que la oye tan triste y desgalichaa, le canta de aqueste modo al compás de sus cachas: oyes gachó igo chaimi, chiquiyo querío Juan, juie de aquí” (y el gitano, el gachó, le contesta): “Pelachona del alma no te me aflijas, que tu gachó te quiere, con alma y vida, echa penas a un lado y ancha es Castilla”.
De las divas de Madrid, la más popular fue Maria Antonia,. José Castel le escribió La gitana pobrecita, tonadilla sin fecha, donde la cantadora de motrileña La Caramba cantaba: "...ay chairito, ay ceñor, ay quién digo, ay gachón. Y con mi pandero, ahora bailare, a lo Gitanito, que te hechizare". (seguidillas): “El garbo y lo salado de un Gitana, no lo tiene en el mundo persona humana, sal salerito, ayre y mas ayre, este es donayre, chi chi tru chi chi tru, viva el rechiste de la gitana ...sal salerito este es respongo, ayre y mas ayre este si es baile, que vaylan las gitanas con dos mil sales".
Que María Antonia fue un protocantaora lo confirma esto que canta de Esteve en El susto del hidalgo (sin fecha): "Oigan señores como cantaba, estas seguidillas una Gitana, se componia el dengue tomaba su guitarra pespunteaba un poco, y luego gargajeaba...La sal de una Gitana excede a todas y si no que lo diga mi real persona, mire uste que chaira...cabal...". Ooole. También es de Esteve Los gitanos y los payos, de 1776, buen título, entonces no tenía el sentido de hoy, no eran racistas, eran de Cádiz y cantaban en los coliseos de Madrid, papeles de gitanos: "Yo zenorez soy gitana, Ventosa por nombre tengo y el pobrezito que pillo buena ventosa le pego...soy alegrita, soi graciosita y se bailar, un sonsonete, que hace brincar. (vaila haciendo posturas con el dengue) Eche uste en el denguecito, que yo apararé, chameme, que si tu me chamas, yo me arrimaré...".
Aquí un ramillete para ti, rechusco/a lector/a. El mes que viene mas estampax: “Caiiiiii, quéhay” (Yuyu, pamplinax gaditanorum dixit).

FELAMENCU  AFLICANO

Entre las diversas culturas que han enriquecido el cante, toque y baile flamencos, son las africanas, las del norte del continente y las de la llamada África negra, las menos atendidas por los estudiosos. Algunos niegan incluso, incomprensiblemente, la evidente aportación de la cultura andalusí. Y otros suelen hacerse el sueco ante el innegable influjo de la música negra en la música española en general y la flamenca en particular. Los fondos del Ayuntamiento de Madrid (casi 5000 obras, olvidadas en los sótanos del Conde Duque) nos muestran la presencia de la cultura musical africana en nuestro teatro musical del siglo 18. Neglitos y moros que participaron activamente en las comedias, entremeses, sainetes y tonadillas, con especial acento en el baile. Los intérpretes obviamente no procedían de esas latitudes; eran españoles que, en materia musical y teatral, es como decir de todas las latitudes y longitudes.
Pa abrir boca vean que fue lo que se cantó por seguidillas en 1761 en la tonadilla a tres de Luis Misón titulada “Los Negros”: "Cantemo zeguidilla como loz bancoz poque también loz negloz noz alegramos… negla, neglo, vaya, vaya, chi chi ch,i zumba, zamba" (¿rumba y samba?). José Castel compuso y estrenó en 1776 la tonadilla a solo “La gitanilla, los negros y moros” donde un coro lo deja claro: "Viva majoma y viva el Bey, vivan los moros que alegres ser, zala zala zale zale zalamele” (sálamele de “zalamelecun”, y de ahí zalamero). Lo negro aparece siempre marchoso y flamenco, lean lean: "Alegrémonos neglillos con el baile y la sonaja que en la casa de la novia tomaremos chocolata. Achi achique, todo lo neglo baila lo cumbé”.
El gran Blas de Laserna escribió en 1784 para el Teatro de la Cruz (derruido para abrir la calle Espoz y Mina) “La maja y el berberisco”. La tonadilla la abre Tadeo Palomino (olvidado actor y cantador de la compañía de Martínez) quien haciendo de moro canta: “Como de la Hispania amigos estar, venir los marrocos en ella a tratar. La Hispania estar bona, bono il hispaniol, pero la Yspaniola estar aun mejor” (oooole). Y la enorme Polonia Rochel nos canta una tirana mora que dice: "Aljambra janina, jual cozortoz, qui a la mayorali mulei badeli...tin tin ercharme ajo que me da el bapor, tiritin que menejo y que ermoso son. Viva el gran Majoma viva el zancarron y los menejines del aire hispaniol".
La Tonadilla a solo de Pablo Esteve compuesta en 1779 “El desmayo”, la Tordesillas interpreta en una maja que imita a los negros de Cádiz cantando: "Cataliniquia aunque soi Neglo por tus ojillos me bamboleo...”. Y así hasta  Pekín, hay muchas más, de vehdá vehdá.
El grito de alegría más frecuente en la obras de temática mora y aroma andalusí es, sin duda alguna, el “guir guir guir”. Cusha como canta un coro de moros en “Los bribones descuidados por las mujeres chasqueados”, sainete anónimo de 1777: “viva y reviva el gir gir gir, nuestro zalamele gir gir gir, todos los moros tambien bailar, gir gir gir". Y del guir guir guir de estos moritos del siglo 18 madrileño al guruguru de la Niña de los Peines, comprenderás amable lector que va un pasito na má. Aunque para el más zalamero tengo otra de neglitos que dice: "...ay negli gurugu ay negli guruga ay negli guruguí, que zemo todo lo neglo lo mesmo que un zelafin". Tomaketoma.

VÁMONOS AL FANDANGO

Mucho se ha escrito y se escribe sobre el fandango. Aquel género que desde los primeros años del siglo 18 inundó toda la geografía hispana con su arrebatadora cadencia. En mis labores de rastreo en la biblioteca del Conde Duque, me he topado más de cien veces con fandangos, tocados, cantados y bailados en las 3000 obras revisadas hasta el momento.
El fandango, además de un género musical, es también una reunión festiva, como lo demuestra el sainete “Los señores fingidos” puesto en música por Antonio Guerrero en 1753, en el que se canta a coro: "vaya de bulla, de zambra y fandango, porque ajenos de tantas fatigas puedan hoy respirar los gitanos". Así como en la introducción de la tonadilla “El tuno y la maja” de Blas de Laserna de 1775 donde el tuno canta: "voy a buscar mi chusca pues sin cuidado me detuve esta tarde en el fandango...". O en el entremés “Los Mayordomos de Griñon (1ª parte)” de Luis Misón que dice: "Ya no hay fandango ya no hay jopeo, ya se a acabado todo el bureo".
Que era un género muy querido por la afición, y algunos de forma especial, lo confirma un sainete anónimo de 1768 titulado “El fandango de candilejo” (de los famosos bailes de candil) donde se cantan estas ilustrativas seguidillas: "Vale mas un fandango de candilejo que todos los saraos con instrumentos, y es evidente que aunque ay mucho dulce es mas sal éste".
Otras danzas competían por entonces con el fandango. De Antonio Guerrero es la música del sainete “La hija de Jefté”, de 1761, que cierran todos los actores cantando: "entre usté al endengue, al endengue al endango, que aquesto no es jota, minué ni fandango". Aunque hay una obra que ilustra perfectamente cómo evolucionó el fandango. Se trata de “El último que llega” de Laserna (sin fecha): "Si el bolero al fandango le quitó el trono, a vengar al fandango vino el zorongo, ay ay ay porque esta escrito, que el que a cuchillo mata muere a cuchillos. Mató a la seguidillas la aria italiana y esta a sido despojo de la polaca”.
El fandango fue un género que se canto y bailó en toda España como apuntó ya en 1763 Pablo Esteve en la tonadilla  “Un cautivo y una mora”: "En España señores las majas todas cantan en sus fandangos de aquesta forma…”. Incluso se hace a su manera en la lírica Galicia, como nos advierte la gaita cantada en la tonadilla “El molino y la caza” de Laserna estrenada en 1778: "vivan las gallegas vivan los gallegos, viva Ponferrada*, viva mondoñedo, este es el minué y fandango que gastan allá en sus pueblos...”. Pero la patria natural por entonces era Madrid, como lo confirma Esteve en las coplas de la tonadilla “La carta” de 1779: "Si algun chusco Madrileño intenta a usté acompañarla solo la darán fandango al son de alguna guitarra”.
La moda del fandango hacía estragos entre las mujeres como lo indica Esteve en su tonadilla “El jardinero celoso” de 1780: “...que cosas las mujeres hoy más desean, un cortejo, un fandango y no ser fea...”. Y no debía ser fácil bailar el fandango, por lo que se deduce en la “La lección de las tonadas” de Esteve de 1780: "...si alguna vez por ventura has de bailar el fandango aprende antes la Alemanda o el Minuete figurado...".
Que el fandango se taconeaba lo demuestran los más de quince que llevo encontrados, en los que se zapatea mientras se baila el fandango. Un botón lo encontramos en el fin de fiesta “La función de la Raboso” de Laserna (sin fecha) donde la maja Mariana Raboso canta: "En viendo los extranjeros bailar a un majo el fandango, bailaran un taconeo encima de un campanario…”.
El mes que viene más noticias añejas, en clave de majeza preflamenca y por entregas.

TENGO TANGO

Vuelve el afinador de Vigo para contar cómo y cuando el tango se hizo carne. Cómo ya comenté en el artículo del mes pasado, en el Congreso de Carnaval se presentó una partitura en la que se menciona, por vez primera hasta el momento, un tango. Los versos no pueden ser más ilustrativos: “los andaluces, en sus tangos graciosos, sus chistes lucen”, versos que proceden de la tonadilla a sólo intitulada “La Anónima”, de Tomás Abril, guitarrista gaditano que en 1779, fecha del estreno de la obra en el Teatro de la Cruz por la Paca Borda, tocaba la parte del continuo a la guitarra y componía para los coliseos de Madrid. No me digas, amable lector, que los versitos no tienen enjundia. Resulta que en Cádiz se conocía como tango la canción para lucir chistes. Esto, amigo mío, hoy se llama chirigota.
De ahí no debemos deducir que los tangos, todos desde el rey orillero, a la inmensa variedad de tangos andaluces y flamencos, proceden de ese cuplé dieciochesco que canta Francisca Laborda en la Calle de la Cruz. No. Lo que canta la Paca y compuso el maestro Abril está vaciado en un 3x4 que desemboca en un 2x4. Leyendo el 2x4, el compás de tango propiamente, no se aprecia cadencia de tango, patrón de habanera, marca de la casa.
Así pues todo apunta a que en los tangos hallados en la prensa cubana y española por Ortiz Nuevo, está el germen musical del tango. No tenemos las partituras de las canciones que menciona el Poeta: la guanábana, la limoná y la lotería, desde 1823, aunque alguna apunta al lenguaje musical carnavalero. Y cuando la novedad del tango americano llega (¿de vuelta?) a la corte madrileña, no tardará en aparecer (ya desde los años cuarenta) en las zarzuelas de Barbieri: el cocoyé, la sopimpa…
No sabemos, y quizás nunca sabremos, como eran aquellos racimos de la viña gaditana puestos en música. Sabemos que Tomás Abril, gaditano y músico, menciona el tango pero no lo pone en música. Tenemos entonces dos tangos, el viñero de las tonadillas goyescas del teatro de la Cruz, y el de los barrios rumberos de Belén y Jesús María medio siglo después. Y este segundo es el que regresa a la zarzuela de Barbieri y a las Viejas Ricas, y al flamenco, medio siglo después, ya en el siglo XX. Esto en lo documental. Aunque también pudo haber nacido el tango en las orillas de Miño, allí donde pudiera así mismo haber nacido el Fillo. 

LLEGÓ EL TANGO, POR FIN

El mes pasado titulé el artículo “Tengo tango”, y quien lo leyó pudo comprobar el estado de la cuestión. Llevo más de 10 años rastreando alguna pista sobre un tango en música. El más antiguo correspondía a la partitura de Barbieri de “El relámpago” de 1846. Ante las evidencias de 1779 en Cádiz, de 1823 en La Habana, como referí en el número anterior, sólo faltaba la música. Hasta el momento sólo teníamos algunas citas de tango, pero faltaba la prueba musical. ¡Pero ya llegó el afinador de noticias caballero! El día 28 de enero de 2002, a las 10:30 trové un baile de teatro anónimo guardado en la Biblioteca Municipal de Conde Duque bajo el título de “Los Americanos” (música que se utilizó también para “La espada del mago” y el “Encuentro feliz”). El número 13 de esa obra se titula “El tango”, así de claro y diáfano. Escrito en 3x8 pero con la clave clarísima de tango en 6x8, tanto en el bajo como en la melodía. Mírala ahí, la primera música de tango que se conoce hasta la fecha durmiendo en Madrid desde 1818. Casi na.
Enseguida se lo hice saber al maestro Gamboa y a Javier Osuna de Cádiz, que los dos comprenden en su justa medida el alcance del hallazgo. El tanguito en cuestión tiene 64 compases y está escrito para orquesta (violines 1º y 2º, violas, flauta, oboes 1º y 2º, clarinete, trompas 1ª y 2ª, fagot y contrabajo). Un peaso tango vaya, en fecha tan temprana como 1818, seis años después de la constitución de la Cuna de la Libertad, música con todos sus matices que no duermo imaginándola en la orquesta (oooleeeee). Aunque sé que a muchos un hallazgo como el de esta partitura no supone nada de particular, yo qué quieres que te diga amable lector. Noticia como esta hacía tiempo que no traía el afinador. Ahora sí, ahora ya podemos hablar de tango entonces, y en los teatros de Madrid, que para eso es la corte. En las tablas del Teatro de la Cruz (hoy calle de La Cruz – Espoz y Mina) se bailó el tango, no se cantó, aún no. Este hallazgo viene a corroborar la idea de que, ni el cante, ni el toque fueron primero, sino el baile. Pese a quien pese. Un tango como el Tango número 13 del baile “Los americanos”, no es tango de gitanos ni de payos, ni de franceses, ni de moros, ni currutacos, es el tango de los americanos, es ni más ni menos que el tango americano que documentó Ortiz Nuevo, ahora puesto en música. Cada día que pasa la musicología flamenca se pregunta también la cuestión que planteó el Poeta en su libro “¿Se sabe algo?”. Poco sabemos, algo vamos sabiendo, ya sabremos más. A lo mejor resulta que el tango español cristalizó como género musical en la calle de la Comadre, hoy Amparo, recreando los bailes de negros que se hacían en La Habana. Todo llegará, eso espero, la cosita está cruda, pero mira: ¡que no decaiga!

LAS TONADILLERAS MÁS FLAMENCAS DEL SIGLO 18

Vuelve el afinador con un breve apunte sobre dos de las tonadilleras que cantaron en los coliseos de La Cruz y El Príncipe, en el centro de Madrid, durante las dos temporadas anuales que se ofrecieron al respetable público de la corte entre 1770 y 1800. Si quisiéramos trazar tan solo un repaso a los nombres más destacados en sus flamenquerías un siglo a.d.S. (antes de Silverio), no tendríamos espacio suficiente, por lo que vamos a nombrar a dos en razón de las obras que cantaron, transcribiendo algún verso significativo.
Si de tonadilla a lo flamenco se habla la primera es María Antonia Fernández “La Caramba”,  sobresalienta de cantado en las compañías de Manuel Martínez entre 1778 y 1786 "...ay ole que es así ay ole ya se ve" tal y como cantó en las seguidillas de “Los agraviados” de 1783 compuesta por Pablo Esteve. O en “Los duendecillos” del mismo autor donde María Antonia hace gala de su calidad: "....a lo majo pretendo hoy obsequiaros, no me pongo en jarras ni me balanceo ni tuerzo el Jozico ni el mundi meneo que esto es de majas de poco menos y yo soy Petimaja de fundamento (y si no escúchenlo todos en este  cachipoleo....soy la reformadora del gremio majo....yo no me columpio yo no me abalanzo yo no guiño el ojo ni miro a lo gato...y si no escúchenlo todos en este golpe de taco". Y en “La desdicha de las tonadillas” de Esteve (1782) donde la Caramba cantó (y bailó) el manguindoy: “…de tu casta Manolo reniego manguindi manguindoy de la tuya te digo lo mesmo, manguindi manguindoy (bailando) dame dame el mandinguillo dame el mandingoy porque quiero enmandingarme mandinguillo contigo me voy...".
Polonia Rochel es otra de las grandes, y si no vayan estas seguidillas: "...y ya era yo mas maja y que no es mentira que un fiesta de toros de Andalucía...me acuerdo que un día me desafiaron dos o tres gitanas a reñir bailando le di la guitarra a mi resalao la toco con aire y yo con gran garbo  baile estas seguidillas a lo gitano..." (siguen seguidillas cantadas a lo gitano): "mi gitano se va a Cartagena y a la fe no me quiere llevar por que dice que soy resalada y en Los Puertos hay  falta de sal...". Tela mariñeira. Pertenece a la tonadilla a solo sin título de Blas de Laserna de 1781. No es para menos, cuando la Polonia se presentó en Madrid en 1771 cantó: "De Cádiz para la corte salí decente...con seguidillas nuevas pulidas...". Y como hiciera la Caramba también proclamó Polonita su majeza en “Los celos de Tadeo” de Laserna (1782): "El ser maja consiste solo en el tema de hacer con desenfado gestos y muecas, hacer este meneo hacer este soslayo hacer este columpio con su arqueo de brazos con esta planta este aire de taco y torciendo el jozico agachonado esto es Maja de crisma por todos lados, y a eso se añade... el ser muy indigesta en ser muy descarada tener poca vergüenza el ser muy mal hablada dar siseo dos manotadas, esto es de la majencia sus circunstancias...Lavapies y el Barquillo la hacen la salva...sobre que soy la Reina de las remajas".
Ya ves amigo que no hay más espacio. En el próximo número comentaremos sobre la majeza de los tonadilleros más flamencos, Garrido y Camas, por ejemplo. De entre más de veinte buenos flamenquillos goyescos no es fácil elegir bien a estas alturas de la película, pero ya vendrán más.

DIEGO CORONADO, UN ARTISTA PREFLAMENCO

De los tonadilleros más flamencos, Camas, Coronado, Garrido, Tadeo, … se ha elegido a Diego Coronado, qué el Afinador lleva catalogadas más de cien obras en las que participó este monstruo de la escena madrileña. Cantó todo tipo de papeles en los coliseos de El Príncipe y La Cruz, aunque también tocaba la guitarra y bailaba; y perteneció durante más de treinta años a la compañía de María Hidalgo (después Manuel Martínez), entre 1757 y 1789 figurando en nómina como gracioso.
Su carácter preflamenco se dibuja con algunos pocos fragmentos de su extensa carrera. Así en la tonadilla a cuatro de Antonio Guerrero “Las dos chuscas, un soldado y un vejete” de 1761, al soldado Coronado le jalea una chusca para bailar: "Vaila soldado mio este jopeo...dale tu al taconzillo mi dulze dueño”, y él responde cantando: “corroco corroco, vailare aunque me vuelva todo, ¡jalea. ay ay ay ay, jopea mi alma, jopea mi vida!”. La gracia la muestra también en la tonadilla a cuatro de Luis Misón (1764) “El chasco de la carta de Juan de Aprieta”: "oigan las seguidillas de nueba ydea, estrañas, rumbosas y plazenteras”.
Por lo visto cultivó Coronado con cierta frecuencia el jopeo, algo así como un abuelo de las bulerías, el padre de los jaleos, (ahí está el tío). En el que aparece en la tonadilla a tres de Misón “Un memorialista, un sargento y una dama” (1758) Coronado entre los versos inserta jaleos como: “anda, guapo, lindo, toma, cierto, fixo, brabo, tumba, tamba, tingo, ay tengue". El ambiente preflamenco nos lo dibuja Coronado cuando canta la tonadilla de Antonio Guerrero  “Los alguaciles” (1758): "...si vieras que pelandusca se ha armado en casa de la Roma, porque entro el Pelao” y poco después el cantador reconoce “y les mate el candil", para concluir: "acabe la riña, pero sea con fiesta, y sea diziendo con la jerga nuestra, biba las tonadillas de moda nueba". Ole.
Que Coronado cantó y bailo, no cabe duda, y sino venga el andantino del “El Puerto” (Misón 1762), en 3x4: "Desde el alto del Puerto se ve el Palacio, ailelé lalá, ai lalá loló, ai loló lelé, se descubre la corte y el Pardo... toca la guitarrilla, toca, vamos bailando (bailan remedandoze)”. Y ahí mismo Coronado reconoce: "...no faltaran pesetas que aquí hay guitarra...". En “El ciego fingido o La burla de Coronado” (Rosales, sin fecha) hace de ciego: "templaré la guitarra”, y la Navarra le contesta: “vayan estas seguidillas de la Caramba". Por la Caramba y Coronado a la guitarra.
En esa misma tonadilla canta una canción que se nos hace flamenca: "Calandrita que cantaz en el almendro, lleva miz gorgoritoz al bien que quiero, ay ay ay calandrita...". Y las seguidilla de esa misma obra: "zeguidillaz Jitanaz canta mi chula. que como ez tan gitana  gitano gusta, .ay nenene, que tu amor gitanillo, loco me tiene".
Habría para hacerle un libro del maestro Diego Coronado, pero valga este recuerdo, por ahora. Y para cerrar, qué mejor que con un remate de tonadilla, alguno de Coronado… uno de 1762: "...adiós queridos míos, corte gitana, adiós apasionados, adiós madamas".