Aunque siempre discutíamos mucho y pocas veces estábamos de acuerdo, Félix Grande era un hombre muy afable. El pasado verano compartí con él unos días en Santander y no me separé de su vera. Hablaba de Tomelloso, imitando el acento, con una gracia que nos desternillábamos. Una pérdida Grande. Un militante del flamenco allí donde iba. Nos queda su obra, como poeta, y también como investigador.
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Pekín 2007 |
Descansa en paz