jueves, 17 de diciembre de 2009

Desplantes dieciochescos

Transcribo íntegro un artículo que encontré en el periódico gaditano 'El Argonauta Español' del año 1790 nada más, donde se relata la sorpresa de un foráneo cuando llega a Madrid y visita un baile de candil. Lo transcribo tal cual, el texto habla por si solo. En negrita destaco los palabros más flamencones. Disfrute usted de preflamenco en estado puro, con el impertérrito aderezo antiflamenco incluido.
El argonauta Español. Periódico gaditano en el que se corrigen por un estilo jocoso los actuales abusos en todas clases de materias y al mismo tiempo se suministran interesantes a el mayor progreso de las Ciencias, Artes, Agricultura, y Comercio, e igualmente noticias curiosas, adécdotas, etc. Obra útil, deleitable e instructiva a todas las personas de ambos sexos.
Con licencia en Cádiz año de 1790 - Nº 9 – XVIII
Ridiculum acri dulcias
Tres días después que el Argonauta había llegado a Madrid del otro mundo, encogido por una fuerte melancolía que le acribillaba, salió a pasear con un amigo; viéndole éste tan taciturno y macilento, como a la Puerta del Sol, Prado, Plaza mayor, etc. mmás él en sus tres de que no había de dajar el tono triste con que había salido; de modo, que el amigo casi enfadado le dijo: A este andar, en breves días llevaremos a Vm. A Zaragosa (sic), y sin quizá enjaulado como a D. Quixote; hombre de Dios o del Diablo, ¿Qué tiene Vm. Que nada le divierte? Encogiose dehombros, y dio con esto la respuesta. Llevolo luego a una casa de gente de broza en uno de los barrios de la gente del bronce: entrole en una casa donde había un bayle de candil, guitarra y pandereta. Vamos a ver, de dijo si con esto se le quita es hipocondría. Bailaban cavalmente seguidillas, las que no disgustaron al paciente. Al concluir gritaron todos como es costumbre, bien parado, bien parado. Al oir esto le entró tal corriente de risa, que fue por demás. Ya que se hubo sosegado, preguntole el amigo que de qué se reía. Del bien parado, respondió, cosa que para mí es tan nueva como la lengua Siria. Que jamás he oído. A renglón seguido preguntó que baile era aquel. El amigo, sorprendido, pasmado y admirado dijo: ¿Que usted no ha oído nunca las seguidillas boleras? Pues esas son. A esto agarró de nuevo la risa, pero con tal fuerza, que les fue preciso desocupar el puesto antes que se levantase un temporal de los que suelen acontecer en semejantes parajes, porque a un decir Jesús levanta un Manolo la mano, da un manotón al candil, allán van los trueno y lluvia de garrotazos.
Ya que se hallaron en la calle observó el amigo que el enfermo estaba un poquito mejor. A esto preguntó el Argonauta, ¿estas boleras de donde han venido? De los infiernos: qué se yo de dónde Barrabás han salido. Supongo, que solo se cantarán y bailarán entre gente de esta catadura. No por cierto: no es en el día marcial la que no las sabe cantar y bailar, sin separar las de más fuste. ¿Qué dice? Lo que oye. Las niñas del día, el primer son y baile que aprenden es el Bolero con el bien parado, y el manejo de las castañuelas. ¿Será creíble? ¿Qué tiene? ¿Ha oñido Vm. Alguna cosa del otro jueves? A mí se me alegran hasta los entresijos. También me han gustado, y sobre todo aquello del bien parado. Pues en esto está el golpe y la finura, de modo que en parando ambos el punto que acábale estribillo, todo el mundo se reconcomía, y viene la celebración. Si Vm fuese a la comedia, vería que el patio las hace repetir dos o tres veces, y que el palmeteo es general. A la verdad, es cosa digna de toda atención. Advierta Vm. Que con las seguidillas ha venido también el peinado a lo bolero… Perdone Vm. ¿qué esos lazos de diferentes colores que llevan las Señoras en la cabeza a manera de mulas de carro, o del toro de San Marcos, son a lo bolero? Pues también es del gremio la banda, los flecos en toda pieza, y otras mil monaditas muy graciosas que Vm. Irá viendo. Se ha cundido el bolero de tal modo, que ya no se oye más que Bolero y bien parado. Vm. Tenga por cierto, que a lo menos los fabricantes de flecos han hallado una mina con esta moda. Mañana verá Vm. En el Prado Señora que gasta tres andanas, pero tan saladas como las seguidillas. Bello, con esto me reiré mucho. Vamos claros, amigo, ¿Qué le parecen a Vm. las seguidillas, y todo lo que se llama bolero? Porque según entiendo, es una grande friolera.
En mi sentir son rechusquísimas, y desde luego andaría algunas leguas por oirlas cantar, y verlas bailar bien es mucho cuento, más me divierten que la mejor Aria de la Galli. Tenga Vm. por cierto que serán muy pocos los que no sean de mi dictamen. Por lo que mira a los flecos, ringuirrangos de las cintas, y variedad de colores, ofrecen un golpe de vista más deleitable que ninguna otra moda. ¡Qué bien sienta un fleco negro en la ropa blanca! Prueba de que es cosa de gusto, ya los hombres han dado también en usarlos.
De ahí infiero yo que también estos son bolos. Ningún sujeto de razón ni señora de juicio aprobará semejante churrasquería. No diga Vm. eso, es en el día un sacrilegio hablar en contra de un uso tan generalmente establecido. Yo lo creo, más no puedo menos que decirle, que el que gusta de semejantes paparruchas, tiene los cascos más vacíos que el caballero de la triste figura cuando enristró con los molinos de viento.
Dejemos esta conversación ya que a Vm. no le cuadran deje vivir a cada uno con su locura.
Es mucha verdad, por más que locura la tengo; lea Vm. la Historia de España, a ver si encuentra que tales usos se conocieron jamás.
Para historias estamos. No hay más que vestir al uso y comer al gusto. Donde fueres haz como vieres. Vm. ve que acá el bolero es el signo reinante, déjese de boberías, y puesto que le gusta, calle y viva con todos.
Sí me agrada y divierte, pero del mismo modo que las comedias de figurón.
Cuidado si va a alguna visita no se le escape alguna de estas cuchufletas, porque cuando menos saldrá como Sancho Panza de la venta.
Mientras no se hable de bolero estaré callado como un pu…. Más en nombrado solo la voz le caigo, sea quien se fuere. ¡Buen desatino! Séalo en hora buena no he de parar hasta que haga que don Silverio enseñe a su mono las boleras, y lo vista también a lo bolero.
Hombre, a Vm. se le ha dislocado el sentido. Pero es esto que todas las aventuras de D. Quixote. Dígame luego que conseguirá.
Yo me entiendo, y de no se ñp hago al burro del Señor Paco. Ha,ha… Buen va la danza, Doña Catalina. También este me ha gustado: ayer lo leí en el diario. Pues también eso son boleras. Estas son las que convenían Calle Vm. por Dios, mire que si le oyen dirán que ha perdido el seso.
Lo mismo dijeron de Demócrito; pero a fe mía que le conocen por un verdadero sabio. Sobre todo, déjeme Vm. con mi tema: digo y diré a pie juntillo, más que disguste a cuantas boleras hay y ha habido en el mndo, que a todo y todas las que siguen esta moda se les voló el juicio; y que jamás se celebrará sino entre la gentualla, porque es acreditarse de poco sensato el que por un medio tan ínfimo y bajo quiere perder menos su crédito entre las personas de juicio maduro. Y a lo menos, no lo podré llevar jamás aunque me lo mande Poncio Pilatos.
Aguarde Vm. que aun me falta una cosita que también le parecerá mal, siendo así que es lo que más agracia las Señoritas, y es aquel gran ramo de flores contrahechas que llevan en la cabeza, y el que amichas por esdrújulos se les puede ver la cara, porque la tienen cubierta con el pelo.
Algo he visto de eso, pero me hace tanta gracia como la cabeza mondada de los moros.
Parece que Vm. es poco amigo de novedades: los hombres y las mujeres son en todo amigos de variar, y pretender quitar esto es lo mismo que pensar agotar el mar.
Dígole a Vm. que las españolas y  españoles antiguos no entraron en semejantes modas, y por cierto que eran la admiración de todo el Universo, Roma y Esparta eran de un mismo modo de pensar, y así declamaré siempre contran tan descomunales abusos.
CAR.

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