sábado, 28 de abril de 2012

Así que hubo una época hermética ¿eh?

El malagueño Tomás Rodríguez Rubí publicó en 1838 'El Jaque de Andalucía' obra de costumbres gitanescas al estilo de la época, valiosa fuente de información para indagar los orígenes del género flamenco. El Semanario Pintoresco Español era el lugar apropiado para dar a conocer estas obritas. Ahí va un interesante fragmento del Jaque que apareció el 21 de octubre de 1838, una escena en la malagueña y flamenca calle Mármoles*
El bolero y la cachucha, el ole y otros jaleos, con cañas, polos y rondeñas forman parte del repertorio del naciente género flamenco.
Textos como este muestran que lo doméstico y lo público no estaban reñidos. Mientras en las casas resonaba lo indígena, en las tablas se atemperaba el acento, para todos los públicos. Pero que nadie intente convencernos de que lo hecho en teatros, cafés y ventas era menos arte que el que se interpretaba entre primos.
El periódico jerezano Asta Regia publicó el 13 de septiembre de 1880 un breve poema titulado 'Sobre un asiento' (osea sentado) que nos ha llamado la atención.  Se refiere a Dolores la Zarceta y nos ha hecho pensar en Mercé la Serneta jerezana que contaría entonces 40 años y, en otro verso, el macareno afirma te quiero más que al teatro quiere a la gente flamenca'.

 
Que el teatro adoraba a la gente flamenca no cabe duda, y el jerezano si cabe aun más, donde los flamencos según sabemos daban auténticos recitales en el Eguilaz. Sin embargo seguramente el poeta Pepito se refiera a lo teatreros que son los flamencos, en su calidad de actores en la vida real. Si el sentido fuera el primero la noticia viene al caso debido a las continuas afirmaciones por parte de ciertos 'estudiosos' respecto a que el flamenco se vio empobrecido cuando, en las primeras décadas del siglo XX, se hizo comercial y fue arrancado de los hogares gitanos y las casas de vecinos. ¡¡Hasta cuándo!! Cuánto tiempo habrá que esperar para que se deje de repetir semejante historieta. Desde los tiempos de Antonio Monge (sea o no El Planeta) y Lázaro Quintana su actividad profesional era notable y si subían a las tablas de los teatros qué no harían en los cafés, ventorrillos, barberías y tabernas. En casa también, claro está, y entre ellos más a gusto que cantarían, pero de ahí a la 'época hermética' que nos han querido vender va un trecho, grande no, enorme.
*Gracias a mi amiga Esperanza Galán por el dato y la foto
calle Mármoles  1907, tras la inundación del Guadalmedina

1 comentario:

  1. Pocos deben de quedar ya, Faustino, que se crean la fábula de Molina-Mairena. Pero haberlos, haylos.

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