La restauración del Borbón Alfonso XII en 1875, tras la muy breve Primera República española, fue consideraba impulsora decisiva del género flamenco durante el último cuarto del XIX. Pero el batallón de derrotistas, con motivo del famoso crimen de Fuencarral en 1888, puso como chupa de domine a lo flamenco, siendo el destino de las más ácidas críticas. En el blog Flamenco de Papel del amigo David ya pudimos leer cómo la corriente antiflamenca cobró nuevos bríos a partir de aquel crimen.
Hoy traemos un artículo que aparece en el diario madrileño El Motín (reproduciendo otro de El Resumen) que da buena cuenta del ambiente de aquel año 88 contra la flamencomanía o el flamenquismo. Tiene interés.
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El Motín 8/7/1888 |
Interesante la comparación con aquella vida flamenca que pudiéramos llamar clásica y que se describe en tan famosos artículos del Solitario. Los hechos ocurren medio siglo después del Baile en Triana y la Asamblea general.
Si la restauración impulsó el flamenco, los noventayochistas lo denigraron. Lorca adoró la esencia y los próceres culturetas del régimen facha escribieron su historia. Desde los sesenta, en seiscientos, nos meten en lo anglosajón para tachar lo flamenco poco menos que de franquista. Los que ensalzan su aspecto exteriormente más puro, jondo, y mezclan a su gusto, niegan el pan y la sal al cante flamenco de siempre, el que se amolda a repúblicas, dictaduras y borbonazos.
Pero el público no es tonto, y cuarenta años después de Black is black, aquí están Poveda, Arcángel, Estrella, Rocío, Palomar, Argentina, Jesús, Tremendita, el gran Antonio Reyes, de guitarra y baile pa qué hablar. Aunque los racistas de siempre vuelven a la carga, aquí ya nadie se chupa el dedo.
Salud y libertad para 2014