Encabezamos esta entrada con una gacetilla que aparece el 31 de marzo de 1854 bajo el epígrafe Música Flamenca que reza como sigue: 'En algunos cafés se ha hecho moda entretener al público con cantares andaluces, en vez de pianistas. Esta nueva fruta que se cria en los establecimientos de montañeses, está llamando ahora la atención de una parte del público madrileño, el cual se distrae oyendo las lamentaciones, suspiros y tiernas playeras que entona la gente flamenca, por medio de kiries interminables y ayes que levantan las banquetas y hacen pirrarse de amor a las muchachas que acuden a oirlos' (hay cosas que no cambian nunca). El comentario de lo más sabroso corresponde a una fecha bien temprana. Tiene miga, los establecimientos de montañeses de Andalucía vuelven a aparecer como lugares donde se gestó buena parte de la música flamenca.
La noticia apareció un año después de la llegada a la capital de las máximas figuras de la andalucía flamenca. Así nos lo dio a conocer el investigador holandés Arie C. Sneeuw en un artículo publicado en el número 52 de la revista Candil bajo el título 'Algunos datos nuevos para la historia del flamenco'. Informaciones que recogió después en un librito titulado 'Flamenco en el Madrid del XIX', Virgilio Márquez editor, Córdoba 1989.
Pongo los originales del diario madrileño La Nación, aunque seguramente muchos conocen de otras publicaciones, por su interés las subo al blog. Recomiendo su lectura por lo mucho que dice en referencia a la entonces 'nueva música' que comenzaba a sustituir a los pianistas en los cafés. Aparecen en este orden: Gacetilla del 18 de febrero de 1853. Al día siguiente el autor, Eduardo Velaz de Medrano, se extiende más comentando las fiestas flamencas que se celebran en los salones de Vensano. El cronista remata la faena el día 24. Blas Vega aporta otra titulada Concierto Gitanesco del día 19 en La Nación.
Lo flamenco ha sido denostado con frecuencia por la 'buena' sociedad andaluza, utilizado como pasatiempo y casi nunca apreciado en su calidad artística. En las referencias que tenemos del año, por ejemplo, 1853, La Nación de Cádiz se refiere a los éxitos de las proto-bailaoras Josefa Vargas y Concha Ruiz, que llegaban de Madrid para hacer las delicias de los gaditanos en sus bailes autóctonos, El Comercio (ver este blog) nos habla del tenor Buenaventura Belart cantando en 'El majo de rumbo' Caña, Malagueña, Soledad, etc; y de los triunfos del guitarrista Trinidad Huertas.
Mientras, en Madrid, se producía un auténtico espectáculo de música flamenca, no la de Tinctoris o Deprez (maestros de la polifonía clásica flamenca de Flandes), sino la de Juan de Dios, Santa María, Villegas, Farfán o Luis Alonso (se anuncia también a El Planeta y María La Borrica). Una joya de la flamencología que debemos al señor Sneeuw y reproducimos aquí por su gran importancia para la ciencia del flamenco. Para ampliar esta información ver la imprescindible monografía de José Blas Vega, Los cafés cantantes de Madrid, páginas 39 a 46 y todo el libro).
Estos flamencos pusieron las bases del Madrid Flamenco, corte donde reinaron después Chacón, Caracol o Morente, bien quisiera tener el Madrid flamenco de hoy ese cortejo. Na es eterno.