Se mencionan los cantes por livianas, tonás (cantando como un canario), peteneras y seguiriya, y estas dos últimas se interpretaron en la escena, suponemos que por Francisco Pardo, a quien ya hemos dedicado varias entradas (1, 2, 3).
Ay soledad del horizonte, cante de embarcados, es lo que tenía el largo viaje Veracruz-Cádiz, +- 50 días.
Incluye también las seguidillas (7-5-7-5) gitanas, que esta vez si son seguiriyas (7-6-11-6 y bordón)
El final parece tanguillo piropo a Cádiz que dirían los carnavaleros.
La obra se estrenó en el madrileño Teatro del Instituto en junio de 1847
Diario de Avisos de Madrid, 9/6/1847 |
Y la misma compañía lo llevó a Cádiz al año siguiente
El Comercio 18/6/1848 |
A Francisco Pardo, que no aparecía en ningún libro de flamenco, debemos considerarlo uno de los pioneros. Por cantar en la compañía de Dardalla y en activo durante 20 años se ha quedado en la cuneta, no cuadra con el modelo de cantaor primitivo que dibujó la flamencología. La apisonadora jonda lo ha dejado fuera, por to la cara.
Gracias Gregorio por compartir, y ojalá algún día se generalice la opinión de que los orígenes del flamenco no están donde nos han contado. Aunque entre los Pro India, los Puros y puros y demás racismos anacrónicos, difícil lo tenemos.