La Caramba
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En este enlace algunos vídeos de la película Goyescas con Imperio Argentina que muestra el ambiente tonadillero de la segunda mitad del siglo XVIII.
EL AFINADOR DE NOTICIAS
En esta nueva sección de Alma100 voy a comentar algunas noticias que
son nuevas para la historia del flamenco. Noticias frescas porque están
recientes, aunque datan de la segunda mitad del siglo 18. ¡vaya plasta! dirá
alguno, ya veremos, digo yo.
Llevo algún tiempo catalogando los fondos de música del Archivo
Municipal, sito en los cuarteles del Conde Duque. Cuatro mil obras abandonadas
desde hace más de dos siglos, que se dice pronto. Hace poco compré un libro,
caro, titulado “La música española en el siglo 18”, cual fue mi sorpresa al
notar que no se mencionaba este repertorio y me puse a catalogar. Cuatro
millares de obras “olvidadas” ¡y no paaasa ná!.
Toda esta música, que equivaldría, en tiempo, a una 500 óperas, se toco
en Madrid en los teatros de La Cruz (en la calle de la Cruz, derribado para
abrir Espoz y Mina) y el del Príncipe, hoy Teatro Español entre 1750 y 1800, y del Foro pasarían a toda España, principalmente Cádiz, Valencia, Barcelona, Sevilla, Málaga.
Dos mil de estas obras pertenecen al género conocido como “tonadillas
escénicas”, obras generalmente de tres números y un cuarto de hora de duración
que se cantaban en los intermedios de las obras teatrales. Las otras dos mil se
reparten entre zarzuelas, óperas, sainetes, comedias, fines de fiesta,
entremeses, loas y bailes. Cada obra contiene el llamado guión de las voces
(voces y bajo) y las partes sueltas de orquesta. Esta orquesta coincidía con la
que por entonces se utilizaba, por ejemplo, en la Viena de Mozart: cuerda
(violines primeros y segundos, violas, chelos y contrabajo), dos oboes y
flautas, dos trompas y trompetas. Abandonadas.
Y claro, mientras hago el catálogo voy rastreando antecedentes del
flamenco, y… ¡ea! Que me topo con “gitanas” que hablan como “neglitos”,
zambras, fandangos y polos, bureos y paracumbés, conozco a las “majas más
rechuscazas de Lavapiés”, cantando y bailando seguidillas a cientos, con
indianos y andaluces, cante, toque y baile español…olvidado.
Pero llegó el afinador, caballero, para contar a sus lectores las
noticias flamencas que va topando. Para abrir boca, la primera cita de tango
que se conoce, sabíamos de la rescatada por Blas Vega , de 1813, ahí va una de
1779, que dedico a mi amigo el poeta Ortiz Nuevo.
La encontré en una Tonadilla a solo (interpretado por un solo cantante)
titulada “La Anónima”, escrita por Tomás Abril, guitarrista gaditano que por
entonces trabajaba en los coliseos de la Corte acompañando el canto en
tonadillas. En la Tirana final, escuchamos el “Minué de la Viña”, donde
Francisca Laborda (La Paca Borda) canta lo que sigue:
“Los Andaluces,
con sus tangos graciosos,
sus chistes lucen”
(¡toma tanguillo carnavalero en 1779!). Pero sigue: “el Barquillo de
los madriles bien puede tener allá su pimienta, pero en Cádiz, en La Viña está
la sal”.
En el próximo número más noticias como aquella que canta María en la tonadilla “Los negros” de Luis Misón (1761):
"... e tamben sé tocá la guitarra, hay jezú! ...que e neglita gitana,
huachi". Negra, gitana y huachi, como el genial Indio Gitano, a quien
llamaban el Moro.
TACONES LEJANOS
Segunda entrega del Afinador de Noticias, que este mes os invita a dar un paseíto por algunas obras musicales del repertorio madrileño del siglo 18 en las que se menciona el taconeo. Podremos intuir, sin demasiada imaginación, algunos de los elementos que configuraron el baile flamenco tal y como hoy lo conocemos.
Empecemos el paseo con la obra más antigua, un sainete anónimo de 1761,
La Vendimia. Casimira Blanco llamada
La Portuguesa, canta con ayre payo:
“...anda Juan, cántala un sonecillo, baylotea y respinga… y formemos un
sonsonecillo con las voces, los pies y martillos. Los tacones llevando el
compas tra tra tra trarratratá (los herradores), los martillos harán el clarín
trin trin trin trin trin, (los carpinteros), y las cubas harán el tambor, tron
tron tron tron”. Interesante lo de los martillos y el clarín, tiri tiri tiriiii.
Fue la gran Polonia Rochel quien lo cantó: “vaya un meneo, y después un
respingo con taconeo..."; en El
francés y la maja de Jose Castel (sin fecha). Y fue en el sainete de 1778
titulado Los volatines, de Blas de
Laserna, cuando Polonia dijo: “ay que me muero, por vaylar seguidillas con
taconeo"
El taconeo era apreciado por propios y extraños. En el Fin de Fiesta de
Blas de Laserna (sin fecha) titulado La
función de la Raboso, la tonadillera sevillana Mariana Raboso canta: “En
viendo los extranjeros baylar un majo el fandango, baylaran el taconeo encima
un campanario”. Y en la la tonadilla anónima El cuento de la calle de San Pedro, lo cantó la murciana Manuela
Guerrero y así lo dijo: "Una maja señores, de cierto barrio, canto estas
seguidillas en un fandango... es imposible que haya en nengun tiempo, cosa mas
salerosa que el taconeo, es la sal de España y el embeleso de los españoles y
del mundo entero.”
Sin embargo era al público madrileño a quien de verdad le pellizcaban los respingos de sus divas.
La entonces célebre cantadora Faustina Silva en la tonadilla anónima Ya ha llegado el invierno de 1778 cantó
"...pero a mi patio, le gusta un taconeo, mas que trinados",
criticando los gorgoritos alla italiana que
tanto emocionaban a las clases elevadas de entonces.
Si has llegado hasta aquí, paciente lector de noticias añejas, ahí va
dos güenas, la primera del año 1790, El tutor embustero, cuya letra
transcribo tal y como aparece en la partitura: "Catalina y Jucepillo, con
pandelo y con sonajas, por divertil a su Plimo alegles los dos cantaban.
Meneate plimo, meneese uste, que todos los Negros vailan la cumbe, vaya el
taconeo que es mui lindo, a fe que es vaile de Angola (achi). Ya se ve, elelé,
para la cumbe, elelé, para la cumbe…”
Y para el final he dejado una noticia afiná de veldá: La monstrua de la
sal, María Antonia Fernández La Caramba, de Motril la niña, que en pasando por
Zaragoza cantó y bailó durante varias temporadas en los teatros de Cádiz antes
de llegar a los coliseos de la corte y triunfar (hoy semiolvidada). Para
anunciar la tonadilla El susto del
hidalgo, del más flamenco de los compositores, el barcelonés Pablo Esteve,
se dirige a su público cantando: Para cantar Mosqueteros, mi tonadilla a la
ley, vengo vestida de Maja, desde la cabeza al pie, vengo alegrita, vengo
salada, vengo crudita, vengo chuscaza, y prevenida para bailar un zapateo que
ha de alegrar. ¿Será el famoso zapateado gaditano, base del zapateo flamenco?
Unos dirán que nones, otros que pares, otros que pares.
Pues no paro, y el mes siguiente más.
ESTAMPAX GITANESCAS, MAJEZA FINA, Y SEGURA
Durante mis labores de ratón de biblioteca me han salido al encuentro
varias gitanas y gitanos. Te voy a presentar a algunos amable lector.
La obra más antigua de las trovadas hasta la fecha protagonizada
por gitanos es de 1754, El prioste de
los gitanos, sainete anónimo en el que un coro canta: “Ya que prioste tiene el jitanillo corro, vaya así de festejo, vaya así
de alboroto, pues los corros digan con su alegre tono: que tiri titiri, titiri".
Solo falta un: ay ay ay. Al final se cantan estas seguidillas: "zeguidillaz gitanaz canta mi chula que como
ez tan gitana gitano guzta...ay nenene,
que tu amor gitanillo, loco me tiene". Y no lo canto yo, ni mi prima
la de Redondela. Y como estribillo: "Calandrita
que cantaz en el almendro lleva miz gorgoritoz al bien que quiero, ay ay ay
calandrita...".
Hoy
en día sería impensable que de los piropos entre gitanos el más frecuente fuera
el de gachó ¿no? Lean lean: “llégate a tu gachona resala, con todo garbo…Que rechuscon
que estás, y tu que flaco y rechuscazo, ay gachí de mi vida. Cuando
estoy malo, este Jopeo me pone sano, y orandito andero, y a mi camaradita
chero...ea, Janda, que eres la sal de España, anda, joa, que eres como una
perola...ay mi jechizo, que eres la reina del gitanismo...”. Esta obra es
de Antonio Esteve, gran compositor abandonado, se titula Las aventuras del gitano, y es de 1774.
Antonio Rosales, en La Gitanera, tonadilla sin fecha, puso en música la siguiente
letra: "...Allá en Cádiz queriditos,
en el tiempo que yo estaba, iba por plazas y calles, un pulida Jitana, y con
mucho donaire si si....y sin faltarle gracia no no... cantaba deste modo e e
e...con muchissima de alma: Que he de jacer probe de mi, si tengo a mi gachó
ausente de aquí....Pelanchon amao...que te chero a ti...(mas su gachó que la
oye tan triste y desgalichaa, le canta de aqueste modo al compás de sus cachas:
oyes gachó igo chaimi, chiquiyo querío Juan, juie de aquí” (y el gitano, el
gachó, le contesta): “Pelachona del alma
no te me aflijas, que tu gachó te quiere, con alma y vida, echa penas a un lado
y ancha es Castilla”.
De las divas de Madrid, la más popular fue Maria Antonia,. José
Castel le escribió La gitana pobrecita, tonadilla
sin fecha, donde la cantadora de motrileña La Caramba cantaba: "...ay chairito, ay ceñor, ay quién
digo, ay gachón. Y con mi pandero,
ahora bailare, a lo Gitanito, que te hechizare". (seguidillas): “El garbo y lo salado de un Gitana, no lo
tiene en el mundo persona humana, sal salerito, ayre y mas ayre, este es
donayre, chi chi tru chi chi tru, viva el rechiste de la gitana ...sal salerito
este es respongo, ayre y mas ayre este si es baile, que vaylan las gitanas con
dos mil sales".
Que María Antonia fue un protocantaora lo confirma esto que canta
de Esteve en El susto del hidalgo (sin
fecha): "Oigan señores como cantaba, estas seguidillas una Gitana, se
componia el dengue tomaba su guitarra pespunteaba un poco, y luego
gargajeaba...La sal de una Gitana excede a todas y si no que lo diga mi real
persona, mire uste que chaira...cabal...". Ooole. También es de Esteve
Los gitanos y los payos, de 1776,
buen título, entonces no tenía el sentido de hoy, no eran racistas, eran de
Cádiz y cantaban en los coliseos de Madrid, papeles de gitanos: "Yo zenorez soy gitana, Ventosa por
nombre tengo y el pobrezito que pillo buena ventosa le pego...soy alegrita, soi
graciosita y se bailar, un sonsonete, que hace brincar. (vaila haciendo
posturas con el dengue) Eche uste en el denguecito, que yo apararé, chameme,
que si tu me chamas, yo me arrimaré...".
Aquí un ramillete para ti, rechusco/a lector/a. El mes que viene
mas estampax: “Caiiiiii, quéhay”
(Yuyu, pamplinax gaditanorum dixit).
FELAMENCU
AFLICANO
Entre las diversas culturas que han enriquecido el cante, toque y baile
flamencos, son las africanas, las del norte del continente y las de la llamada
África negra, las menos atendidas por los estudiosos. Algunos niegan incluso,
incomprensiblemente, la evidente aportación de la cultura andalusí. Y otros
suelen hacerse el sueco ante el innegable influjo de la música negra en la
música española en general y la flamenca en particular. Los fondos del
Ayuntamiento de Madrid (casi 5000 obras, olvidadas en los sótanos del Conde
Duque) nos muestran la presencia de la cultura musical africana en nuestro
teatro musical del siglo 18. Neglitos
y moros que participaron activamente
en las comedias, entremeses, sainetes y tonadillas, con especial acento en el
baile. Los intérpretes obviamente no procedían de esas latitudes; eran
españoles que, en materia musical y teatral, es como decir de todas las
latitudes y longitudes.
Pa abrir boca vean que fue lo que se cantó por seguidillas en 1761 en
la tonadilla a tres de Luis Misón titulada “Los Negros”: "Cantemo zeguidilla como loz bancoz poque
también loz negloz noz alegramos… negla, neglo, vaya, vaya, chi chi ch,i zumba,
zamba" (¿rumba y samba?). José Castel
compuso y estrenó en 1776 la tonadilla a solo “La gitanilla, los negros y moros”
donde un coro lo deja claro: "Viva
majoma y viva el Bey, vivan los moros que alegres ser, zala zala zale zale
zalamele” (sálamele de “zalamelecun”,
y de ahí zalamero). Lo negro aparece siempre marchoso y flamenco, lean lean:
"Alegrémonos neglillos con el baile
y la sonaja que en la casa de la novia tomaremos chocolata. Achi achique, todo
lo neglo baila lo cumbé”.
El gran Blas de Laserna escribió en 1784 para el Teatro de
la Cruz (derruido para abrir la calle Espoz y Mina) “La maja y el berberisco”. La tonadilla
la abre Tadeo Palomino (olvidado actor y cantador de la compañía de Martínez)
quien haciendo de moro canta: “Como de la
Hispania amigos estar, venir los marrocos en ella a tratar. La Hispania estar
bona, bono il hispaniol, pero la Yspaniola estar aun mejor” (oooole). Y la
enorme Polonia Rochel nos canta una tirana mora que dice: "Aljambra janina, jual cozortoz, qui a la
mayorali mulei badeli...tin tin ercharme ajo que me da el bapor, tiritin que
menejo y que ermoso son. Viva el gran Majoma viva el zancarron y los menejines
del aire hispaniol".
La Tonadilla a solo de Pablo Esteve compuesta en 1779 “El
desmayo”, la Tordesillas interpreta en una maja que imita a los negros de Cádiz
cantando: "Cataliniquia aunque soi
Neglo por tus ojillos me bamboleo...”. Y así hasta Pekín, hay muchas más, de vehdá vehdá.
El grito de alegría más frecuente en la obras de temática mora y aroma
andalusí es, sin duda alguna, el “guir guir guir”. Cusha como canta un coro de moros en “Los
bribones descuidados por las mujeres chasqueados”, sainete anónimo de 1777: “viva y reviva el gir gir gir, nuestro
zalamele gir gir gir, todos los moros tambien bailar, gir gir gir". Y del guir
guir guir de estos moritos del siglo 18 madrileño al guruguru de la Niña de los Peines, comprenderás amable lector que
va un pasito na má. Aunque para el
más zalamero tengo otra de neglitos
que dice: "...ay negli gurugu ay
negli guruga ay negli guruguí, que zemo todo lo neglo lo mesmo que un zelafin".
Tomaketoma.
VÁMONOS AL FANDANGO
Mucho se ha escrito y se escribe sobre el fandango. Aquel género que
desde los primeros años del siglo 18 inundó toda la geografía hispana con su
arrebatadora cadencia. En mis labores de rastreo en la biblioteca del Conde
Duque, me he topado más de cien veces con fandangos, tocados, cantados y
bailados en las 3000 obras revisadas hasta el momento.
El fandango, además de un género musical, es también una reunión
festiva, como lo demuestra el sainete “Los señores
fingidos” puesto en música por Antonio Guerrero en 1753, en el que se canta a coro: "vaya de bulla, de zambra y fandango,
porque ajenos de tantas fatigas puedan hoy respirar los gitanos". Así como
en la introducción de la tonadilla “El tuno y la maja” de Blas de Laserna de
1775 donde el tuno canta: "voy a
buscar mi chusca pues sin cuidado me detuve esta tarde en el fandango...".
O en el entremés “Los Mayordomos de Griñon (1ª parte)” de Luis Misón que dice:
"Ya no hay fandango ya no hay jopeo,
ya se a acabado todo el bureo".
Que era un género muy querido por la afición, y algunos de
forma especial, lo confirma un sainete anónimo de 1768 titulado “El fandango de
candilejo” (de los famosos bailes de candil) donde se cantan estas ilustrativas
seguidillas: "Vale mas un fandango
de candilejo que todos los saraos con instrumentos, y es evidente que aunque ay
mucho dulce es mas sal éste".
Otras danzas competían por entonces con el fandango. De
Antonio Guerrero es la música del sainete “La hija de Jefté”, de 1761, que
cierran todos los actores cantando: "entre
usté al endengue, al endengue al endango, que aquesto no es jota, minué ni
fandango". Aunque hay una obra que ilustra perfectamente cómo
evolucionó el fandango. Se trata de “El último que llega” de Laserna (sin
fecha): "Si el bolero al fandango le
quitó el trono, a vengar al fandango vino el zorongo, ay ay ay porque esta
escrito, que el que a cuchillo mata muere a cuchillos. Mató a la seguidillas la
aria italiana y esta a sido despojo de la polaca”.
El fandango fue un género que se canto y bailó en toda
España como apuntó ya en 1763 Pablo Esteve en la tonadilla “Un cautivo y una mora”: "En España señores las majas todas cantan en
sus fandangos de aquesta forma…”. Incluso se hace a su manera en la lírica
Galicia, como nos advierte la gaita cantada en la tonadilla “El molino y la
caza” de Laserna estrenada en 1778: "vivan
las gallegas vivan los gallegos, viva Ponferrada*, viva mondoñedo, este es el
minué y fandango que gastan allá en sus pueblos...”. Pero la patria natural
por entonces era Madrid, como lo confirma Esteve en las coplas de la tonadilla
“La carta” de 1779: "Si algun chusco
Madrileño intenta a usté acompañarla solo la darán fandango al son de alguna
guitarra”.
La moda del fandango hacía estragos entre las mujeres como
lo indica Esteve en su tonadilla “El jardinero celoso” de 1780: “...que cosas las mujeres hoy más desean, un
cortejo, un fandango y no ser fea...”. Y no debía ser fácil bailar el
fandango, por lo que se deduce en la “La lección de las tonadas” de Esteve de
1780: "...si alguna vez por ventura
has de bailar el fandango aprende antes la Alemanda o el Minuete
figurado...".
Que el fandango se taconeaba lo demuestran los más de
quince que llevo encontrados, en los que se zapatea mientras se baila el
fandango. Un botón lo encontramos en el fin de fiesta “La función de la Raboso”
de Laserna (sin fecha) donde la maja Mariana Raboso canta: "En viendo los extranjeros bailar a un majo
el fandango, bailaran un taconeo encima de un campanario…”.
El mes que viene más noticias añejas, en clave de majeza
preflamenca y por entregas.
TENGO TANGO
De ahí no debemos deducir que los tangos, todos desde el rey orillero,
a la inmensa variedad de tangos andaluces y flamencos, proceden de ese cuplé
dieciochesco que canta Francisca Laborda en la Calle de la Cruz. No. Lo que
canta la Paca y compuso el maestro Abril está vaciado en un 3x4 que desemboca
en un 2x4. Leyendo el 2x4, el compás de tango propiamente, no se aprecia
cadencia de tango, patrón de habanera, marca de la casa.
Así pues todo apunta a que en los tangos hallados en la prensa cubana y
española por Ortiz Nuevo, está el germen musical del tango. No tenemos las
partituras de las canciones que menciona el Poeta: la guanábana, la limoná y la
lotería, desde 1823, aunque alguna apunta al lenguaje musical carnavalero. Y
cuando la novedad del tango americano llega (¿de vuelta?) a la corte madrileña,
no tardará en aparecer (ya desde los años cuarenta) en las zarzuelas de
Barbieri: el cocoyé, la sopimpa…
No sabemos, y quizás nunca sabremos, como eran aquellos racimos de la
viña gaditana puestos en música. Sabemos que Tomás Abril, gaditano y músico,
menciona el tango pero no lo pone en música. Tenemos entonces dos tangos, el
viñero de las tonadillas goyescas del teatro de la Cruz, y el de los barrios
rumberos de Belén y Jesús María medio siglo después. Y este segundo es el que
regresa a la zarzuela de Barbieri y a las Viejas Ricas, y al flamenco, medio
siglo después, ya en el siglo XX. Esto en lo documental. Aunque también pudo
haber nacido el tango en las orillas de Miño, allí donde pudiera así mismo
haber nacido el Fillo.
LLEGÓ EL TANGO, POR FIN
El mes pasado titulé el artículo “Tengo tango”, y quien lo leyó pudo
comprobar el estado de la cuestión. Llevo más de 10 años rastreando alguna
pista sobre un tango en música. El más antiguo correspondía a la partitura de
Barbieri de “El relámpago” de 1846. Ante las evidencias de 1779 en Cádiz, de
1823 en La Habana, como referí en el número anterior, sólo faltaba la música.
Hasta el momento sólo teníamos algunas citas de tango, pero faltaba la prueba
musical. ¡Pero ya llegó el afinador de noticias caballero! El día 28 de enero
de 2002, a las 10:30 trové un baile de teatro anónimo guardado en la Biblioteca
Municipal de Conde Duque bajo el título de “Los Americanos” (música que se
utilizó también para “La espada del mago” y el “Encuentro feliz”). El número 13
de esa obra se titula “El tango”, así de claro y diáfano. Escrito en 3x8 pero
con la clave clarísima de tango en 6x8, tanto en el bajo como en la melodía.
Mírala ahí, la primera música de tango que se conoce hasta la fecha durmiendo
en Madrid desde 1818. Casi na.
Enseguida
se lo hice saber al maestro Gamboa y a Javier Osuna de Cádiz, que los dos
comprenden en su justa medida el alcance del hallazgo. El tanguito en cuestión
tiene 64 compases y está escrito para orquesta (violines
1º y 2º, violas, flauta, oboes 1º y 2º, clarinete, trompas 1ª y 2ª, fagot y contrabajo).
Un peaso tango vaya, en fecha tan temprana como 1818, seis años después de la
constitución de la Cuna de la Libertad, música con todos sus matices que no
duermo imaginándola en la orquesta (oooleeeee). Aunque sé que a muchos un
hallazgo como el de esta partitura no supone nada de particular, yo qué quieres
que te diga amable lector. Noticia como esta hacía tiempo que no traía el
afinador. Ahora sí, ahora ya podemos hablar de tango entonces, y en los teatros
de Madrid, que para eso es la corte. En las tablas del Teatro de la Cruz (hoy
calle de La Cruz – Espoz y Mina) se bailó el tango, no se cantó, aún no. Este
hallazgo viene a corroborar la idea de que, ni el cante, ni el toque fueron
primero, sino el baile. Pese a quien pese. Un tango como el Tango número 13 del
baile “Los americanos”, no es tango de gitanos ni de payos, ni de franceses, ni
de moros, ni currutacos, es el tango de los americanos, es ni más ni menos que
el tango americano que documentó Ortiz Nuevo, ahora puesto en música. Cada día
que pasa la musicología flamenca se pregunta también la cuestión que planteó el
Poeta en su libro “¿Se sabe algo?”. Poco sabemos, algo vamos sabiendo, ya
sabremos más. A lo mejor resulta que el tango español cristalizó como género
musical en la calle de la Comadre, hoy Amparo, recreando los bailes de negros
que se hacían en La Habana. Todo llegará, eso espero, la cosita está cruda,
pero mira: ¡que no decaiga!
LAS TONADILLERAS MÁS FLAMENCAS DEL SIGLO 18
Vuelve el afinador con un breve apunte sobre dos de las tonadilleras
que cantaron en los coliseos de La Cruz y El Príncipe, en el centro de Madrid,
durante las dos temporadas anuales que se ofrecieron al respetable público de
la corte entre 1770 y 1800. Si quisiéramos trazar tan solo un repaso a los
nombres más destacados en sus flamenquerías un siglo a.d.S. (antes de
Silverio), no tendríamos espacio suficiente, por lo que vamos a nombrar a dos
en razón de las obras que cantaron, transcribiendo algún verso significativo.
Si
de tonadilla a lo flamenco se habla la primera es María Antonia Fernández “La
Caramba”, sobresalienta de cantado en las compañías de
Manuel Martínez entre 1778 y 1786 "...ay ole que es así ay ole ya se
ve" tal y como cantó en las seguidillas de “Los agraviados” de 1783 compuesta
por Pablo Esteve. O en “Los duendecillos” del mismo autor donde María Antonia
hace gala de su calidad: "....a lo majo pretendo hoy obsequiaros, no me
pongo en jarras ni me balanceo ni tuerzo el Jozico ni el mundi meneo que esto
es de majas de poco menos y yo soy Petimaja de fundamento (y si no escúchenlo
todos en este cachipoleo....soy la reformadora del
gremio majo....yo no me columpio yo no me abalanzo yo no guiño el ojo ni miro a
lo gato...y si no escúchenlo todos en este golpe de taco". Y en “La
desdicha de las tonadillas” de Esteve (1782) donde la Caramba cantó (y bailó)
el manguindoy: “…de tu casta Manolo
reniego manguindi manguindoy de la tuya te digo lo mesmo, manguindi manguindoy
(bailando) dame dame el mandinguillo dame el mandingoy porque quiero
enmandingarme mandinguillo contigo me voy...".
Polonia Rochel es otra de las grandes, y si no vayan estas seguidillas:
"...y ya era yo mas maja y que no es mentira que un fiesta de toros de
Andalucía...me acuerdo que un día me desafiaron dos o tres gitanas a reñir
bailando le di la guitarra a mi resalao la toco con aire y yo con gran
garbo baile estas seguidillas a lo
gitano..." (siguen seguidillas cantadas a lo gitano): "mi gitano se
va a Cartagena y a la fe no me quiere llevar por que dice que soy resalada y en
Los Puertos hay falta de sal...".
Tela mariñeira. Pertenece a la tonadilla a solo sin título de Blas de Laserna
de 1781. No es para menos, cuando la Polonia se presentó en Madrid en 1771
cantó: "De Cádiz para la corte salí decente...con seguidillas nuevas
pulidas...". Y como hiciera la Caramba también proclamó Polonita su majeza
en “Los celos de Tadeo” de Laserna (1782): "El ser maja consiste solo en
el tema de hacer con desenfado gestos y muecas, hacer este meneo hacer este
soslayo hacer este columpio con su arqueo de brazos con esta planta este aire
de taco y torciendo el jozico agachonado esto es Maja de crisma por todos
lados, y a eso se añade... el ser muy indigesta en ser muy descarada tener poca
vergüenza el ser muy mal hablada dar siseo dos manotadas, esto es de la
majencia sus circunstancias...Lavapies y el Barquillo la hacen la salva...sobre
que soy la Reina de las remajas".
Ya ves amigo que no hay más espacio. En el próximo número
comentaremos sobre la majeza de los tonadilleros más flamencos, Garrido y
Camas, por ejemplo. De entre más de veinte buenos flamenquillos goyescos no es
fácil elegir bien a estas alturas de la película, pero ya vendrán más.
DIEGO CORONADO, UN ARTISTA PREFLAMENCO
De los tonadilleros más flamencos, Camas, Coronado, Garrido, Tadeo, …
se ha elegido a Diego Coronado, qué el Afinador lleva catalogadas más de cien
obras en las que participó este monstruo de la escena madrileña. Cantó todo
tipo de papeles en los coliseos de El Príncipe y La Cruz, aunque también tocaba
la guitarra y bailaba; y perteneció durante más de treinta años a la compañía
de María Hidalgo (después Manuel Martínez), entre 1757 y 1789 figurando en
nómina como gracioso.
Su carácter preflamenco se dibuja con algunos pocos fragmentos de su
extensa carrera. Así en la tonadilla a cuatro de Antonio Guerrero “Las dos
chuscas, un soldado y un vejete” de 1761, al soldado Coronado le jalea una
chusca para bailar: "Vaila soldado mio este jopeo...dale tu al taconzillo
mi dulze dueño”, y él responde cantando: “corroco corroco, vailare aunque me
vuelva todo, ¡jalea. ay ay ay ay, jopea mi alma, jopea mi vida!”. La gracia la muestra también en la tonadilla a cuatro de
Luis Misón (1764) “El chasco de la carta de Juan de Aprieta”: "oigan las
seguidillas de nueba ydea, estrañas, rumbosas y plazenteras”.
Por lo visto cultivó Coronado con cierta frecuencia el jopeo, algo así
como un abuelo de las bulerías, el padre de los jaleos, (ahí está el tío). En
el que aparece en la tonadilla a tres de Misón “Un memorialista, un sargento y
una dama” (1758) Coronado entre los versos inserta jaleos como: “anda, guapo,
lindo, toma, cierto, fixo, brabo, tumba, tamba, tingo, ay tengue". El
ambiente preflamenco nos lo dibuja Coronado cuando canta la tonadilla de Antonio
Guerrero “Los alguaciles” (1758):
"...si vieras que pelandusca se ha armado en casa de la Roma, porque entro
el Pelao” y poco después el cantador reconoce “y les mate el candil", para
concluir: "acabe la riña, pero sea con fiesta, y sea diziendo con la jerga
nuestra, biba las tonadillas de moda nueba". Ole.
Que Coronado cantó y bailo, no cabe duda, y sino venga el andantino del
“El Puerto” (Misón 1762), en 3x4: "Desde el alto del Puerto se ve el
Palacio, ailelé lalá, ai lalá loló, ai loló lelé, se descubre la corte y el
Pardo... toca la guitarrilla, toca, vamos bailando (bailan remedandoze)”. Y ahí
mismo Coronado reconoce: "...no faltaran pesetas que aquí hay
guitarra...". En “El ciego fingido o
La burla de Coronado” (Rosales, sin fecha) hace de ciego: "templaré la
guitarra”, y la Navarra le contesta: “vayan estas seguidillas de la
Caramba". Por la Caramba y Coronado a la guitarra.
En esa misma tonadilla canta una canción que se nos hace flamenca:
"Calandrita que cantaz en el almendro, lleva miz gorgoritoz al bien que
quiero, ay ay ay calandrita...". Y las seguidilla de esa misma obra:
"zeguidillaz Jitanaz canta mi chula. que como ez tan gitana gitano gusta, .ay nenene, que tu amor
gitanillo, loco me tiene".
Habría para hacerle un libro del maestro Diego Coronado, pero valga
este recuerdo, por ahora. Y para cerrar, qué mejor que con un remate de
tonadilla, alguno de Coronado… uno de 1762: "...adiós queridos míos, corte
gitana, adiós apasionados, adiós madamas".
Hola Faustino; me gustaría mandarte un fichero en formato mp3 de una composición de 1804. Me reservo decirte de que se trata a priori aunque estoy seguro de que lo reconocerás de momento, pero no se donde mandartelo.
ResponderEliminargregoriovalderrama@gmail.com
10 de octubre de 2013 22:11