crónicas flamencas en la prensa de siglos pasados

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lunes, 29 de noviembre de 2010

Estreno del Tío Caniyitas en Cádiz en 1850

2 comentarios:
Un año después del estreno sevillano de la zarzuela de Mariano Soriano Fuertes y libreto de José Sanz Pérez titulada 'El Tío Caniyitas o el Mundo Nuevo de Cádiz', se llevó a las tablas del Teatro Principal gaditano con enorme éxito. Este fue el folletín que publico en marzo de 1850 el diario El Nacional. En ella podemos apreciar el impacto que causó dicho estreno que no era sino la antesala del éxito que en las décadas posteriores iba a tener la zarzuelita-flamenca de Soriano que, por razones que se me escapan, aun no ha sido recuperada. Esperemos que no haya que esperar al bicentenario (2050) para poner en escena esta y otra obras del compositor murciano que tantos éxitos cosechó y que tan presente está en cantiñas como los caracoles o el mirabrás. El texto bien podría leerse hoy como una critica de la máxima actualidad.
Saludos y gracias por comentar.
Folletín
… Vamos ahora al Tío Caniyitas que se estrenó en Cádiz el lunes último en medio de los mayores aplausos, y de una concurrencia que formará época entre las del teatro Principal. El poeta y el maestro músico fueron llamados a la escena, en donde recibieron el premio debido a sus talentos. Dos noches más se ha representado la mencionada ópera-cómica y la concurrencia ha sido numerosa; de modo que no tememos a equivocarnos si decimos que en las tres representaciones, sin más aliciente teatral que el de la ópera en sí, pues no se ejecutaba pieza alguna cómica, hubo 2500 espectadores de pago. Esto basta, en nuestro juicio, paa resolver toda cuestión sobre el mayor o menor mérito de la obra; porque creemos que sus autores han querido hacer una composición popular y habiéndolo conseguido, como se demuestra, han cumplido con su objeto.
Hay opiniones sobre el mérito de las músicas, pero es porque para cierta gente incapaz de juzgar nada por sí y con las debidas apreciaciones, no valen nada ninguna composición múisca que no sea de Verdi, Bellini, etc.; que no esté, por decirlo así, vaciada en el molde la música italiana. Pero os que se muestran tan rigorista, no reflexionan que está de más la sublimidad de las composiciones extranjeras si no hay público para ellas, y ese público es menester formarlo, y para formarlo es preciso irla atrayendo con aire y canciones populares, porque es la música que entiende la multitud, la que le agrada, la que le arrastra al teatro.
Las canciones y músicas populares han sido en los países más adelantados en el arte la base sobre que se ha levantado el edificio de este, formándose de ella el gusto, el carácter nacional. Nosotros, si hemos de llegar a tener una música propia como la tienen los italiano, como la tienen los franceses y los alemanes, es preciso ir por una senda nueva de la que hasta hace poco hemos seguido en las composiciones teatrales y de las sendas que pueden conducirnos a una originalidad propia, no vemos ninguna más indicada, más del agrado popular, más capaz de formar un público que corra con notable gracia y acierto por el señor Soriano en el Tío Caniyitas.
La empresa debe conocerse que ha sido difícil, extremadamente escabrosa y capaz de arredrar el ánimo más decidido. Principiando por falta casi absoluta de cantantes, y siguiendo por las prevenciones de los inteligentes en el arte, que no encuentran mérito sino en lo que se parece a lo que estos ya tienen aprendido, son tantos y tan graves lo obstáculos, que a no ser por el tino de excitar las simpatías populares, es muy seguro que el señor Soriano hubiera visto burlado su propósito y grandioso pensamiento, que le honra porque es el pensamiento de su genio reformador y aportol de una escuela.
Nosotros le tributamos el más sincero parabién por el éxito que han tenido sus desvelos, y no permitiremos excitarlo para que continúe con su excelente pensamiento, que habrá de producir ótimos frutos a las glorias de las artes nacionales.
En cuanto al libreto ¿Qué hemos de decir? Que es poesía de nuestro amigo don José Sanz Pérez, siempre ocurrente y lleno de gracia, y que cuanto dijéramos en su elogio no sería nada en comparación de los muchos que han prodigado en los teatros y en los periódicos de España al autor de La flor de la canela. La ejecución, si no tan buena como hubiéramos deseado, fue mejor que pudiera esperarse de los adelantos que en este género se hallan los cantantes españoles, por culpas que no son de ese lugar el referir.
A.B.C.D.