

El tipo de gitano fue perfilándose en la música andaluza al compás de la jota, la seguidilla y el fandango, concentrado de cultura hispana. Todo bien sazonado con jaleo, tomando de aquí y allá. Sólo lo castizo vale para el asunto de crear un género único, agitanado, por ser ellos la fiel estampa de las Andalucías.



Entonces llegaron ellos, otra vez, los intelectuales queriendo enseñar al público, auténtico mantenedor de la cosa, qué es el flamenco, esta vez con exquisitos poemas inspirados en el universo mítico del gitano andaluz, sentando las bases de la novela de los cincuenta.
Y llegó la maldita guerra, tras ella el género languidece, llegan los olvidos, las manipulaciones, el racismo. El cante no será para disfrutarlo, sino para vivirlo donde más puro se muestra, en un cuarto, y romperse la camisa escuchándolo ¡Claro joé!, personalmente nunca olvidaré aquella velada en casa de los Mozart).
- Y éste señor de aquí, que aunque tiene la voz un poco estropeaílla el hombre, canta cosas que tienen doce siglos.
- ¿Doce siglos? ¡Toma ya! ¿Y se han conservado?
- Intactos. Escucha.
- Bueno, ese cante se lo he escuchado yo al Mochuelo.
- ¿Y ese quién es?
- Antonio Pozo joé. Murió hace mucho.
- Ah, un gachó. Esos no saben cantar.