Son famosas las guitarras de José Pagés, patriarca de una dinastía de guitarreros gaditanos cuyos instrumentos fueron de lo más apreciado en el siglo XIX. Se cree que fue pionero en la utilización del varetaje en abanico como refuerzo de la tapa.


Con instrumentos como éste se comenzó a forjar la técnica de mano derecha y el modo flamenco (mano izquierda), la tonalidad autóctona que dotó de armonía a las melodías gitanas o agitanadas que comenzaron a cultivarse con cierta asiduidad principiando el siglo XIX y que una vez fundidos sus lenguajes (la guitarra y el cante) dieron como resultado lo que hoy llamamos flamenco.
No debió ser fácil poner de acuerdo los tonos temperados de la guitarra española con las tonadas bajoandaluzas recreadas al calor del romanticismo. Eso sí que fue una fusión, y los flamencos fueron los imprescindibles alquimistas, mezclando oriente y occidente lograron una de las música más singulares y mestizas del planeta.